Para mirarla
raspamos el cielo
y se desprenden las nubes
la lluvia, la centella
aun lo luminoso, esférico,
espacial
desde el primer instante del sol.
Ni aun así
concluye nuestra reyerta contra
la inmensidad
como si a la flor
no pudiéramos arrancarla de los
cielos, de la tierra
donde cabe lo que se dice de ella
nunca parecido a cuando vive
dentro del largo pasadizo del
alma
Elizabeth Schön
Foto de Milagro Haack